22.6.12

Siempre pude ver en tí un futuro, aunque llevaras un pasado en tus ojos.

20.6.12

Cuando somos víctimas del autoengaño

Estas personas prefieren creer que todo marcha a la perfección en su vida antes de cerciorarse si efectivamente es así. Rara vez se evalúan para mejorar su rendimiento y su filosofía es: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Prefieren evitar la auto evaluación, para no tener que tomar decisiones. Por esta razón, odian que se les recuerde lo que tienen que hacer.

¿Te has detenido a examinar cuál es la validez de este conocido refrán? Si lo analizas con detenimiento, te darás cuenta que la lección que pretende enseñar es que la mejor manera de evitar sufrir es vivir en la ignorancia, porque, después de todo: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.

Sin embargo, no te imaginas cuántas veces he escuchado este refrán de personas que prefieren no ir al médico a pesar de las dolencias que les aquejan, influenciadas por esta absurda idea; o padres que no se atreven a preguntarle a sus hijos si algo anda mal, por miedo a lo que puedan escuchar.

Puedes ir por la vida engañándote y convenciéndote a ti mismo de que todo anda bien, o puedes hacerle frente a aquello que sabes que debes cambiar, cambiarlo y asegurarte que todo anda bien.

Así que decide hoy mismo dejar de ser víctima del autoengaño y realizar una autoevaluación honesta y específica para saber donde te encuentras en este momento en cada una de las áreas de tu vida. Determina en qué áreas de tu vida necesitas cambiar y mejorar. ¿Qué cosas te has venido diciendo que sabes que no son exactamente ciertas, pero que te ayudan a justificar tu mediocridad? ¿Qué puedes empezar a hacer hoy mismo que te permitirá incrementar tu productividad personal? ¿Qué malos hábitos tienes que eliminar? Yo sé que esto no es algo que nos guste hacer o que nos resulte placentero, pero necesitamos hacerlo, si de verdad deseamos vivir una vida productiva.

El autoengaño hace que muchas personas prefieran no darse por enteradas de sus problemas para no tener que lidiar con ellos. El problema con esto es que muchas de ellas posponen tener que enfrentar sus problemas, hasta que ya es demasiado tarde. No permitas que esto te ocurra a ti.

Si no te gusta lo que te pasa, cuestiona tus creencias

Lo que se me ocurre hacer ante lo que me pasa. Lo que veo como posible o concluyo como imposible. Lo que me atrevo a hacer, así como las oportunidades que dejo pasar. Lo que soy capaz de lograr. Lo que estoy atrayendo.

Eso y más está siendo determinado por mis creencias, por las ideas que mantengo en mi mente con la sensación de certeza de que “así son las cosas”.

Por eso, hacer cambios en la vida—de esos que intentamos para mejorar nuestra vida de alguna manera y para acercarnos a nuestros sueños—no es sólo cuestión de acción.

Es, sobre todo, una cuestión de mentalidad. En otras palabras, un asunto de creencias—de esas convicciones que empleamos no sólo para traducir y procesar lo que nos pasa, sino también para atraerlo a nosotros.

Pero tenemos un gran desafío. La cultura nos lleva a crecer con la idea (que termina convirtiéndose en creencia, en convicción y por ende en determinante de nuestra vida), que estamos al efecto de las circunstancias.

La cuestión no está en que hayamos comprado esa idea. Cuando pequeños, usualmente no teníamos otra opción. El asunto está en cuando ahora no nos la cuestionamos.

Ante los retos, problemas, situaciones adversas, circunstancias por superar, mucha gente sucumbe a la tendencia aprendida—y típicamente inconsciente—de cuestionarse: “¿Seré capaz? Yo no creo que pueda… ¿Y si no tengo con qué?… Yo no soy suficiente para… Yo no me lo merezco”.

Mi propuesta:

Aprende a cuestionar tus limitaciones. Aprende a poner en duda tus dudas. Y elige nuevas ideas a las cuales ponerle energía para construir una nueva mentalidad.

Lo de poner en duda tus limitaciones, te toca a ti. De mi parte, aquí te ofrezco 3 ideas que puedes convertir en creencias, en convicciones para avanzar con mayor fuerza en tu camino de éxito.
Sí es posible

El que algo se pueda o no está en la mente de cada quien. La posibilidad no existe “allá afuera”, sino en la mirada del que escoge creer en ella.

Abrir o cerrar la puerta de lo que se puede, está en cada quien. Ni siquiera es requisito indispensable creer que lo vamos a lograr. Podemos comenzar por contemplar, y darle fuerza, a la idea de que es posible.

Sí es posible surgir. Sí es posible cambiar. Sí es posible superar. Sí es posible alcanzar. Sí es posible… mientras estemos dispuestos a creer en la posibilidad.

Sólo desde ahí, desde la apuesta por lo que puede llegar a ser, es que tiene sentido intentar algo nuevo.

Yo soy más grande que lo que me ocurre

Lo que ocurre no nos define. Es a través de lo que elegimos hacer, a cada instante, que le declaramos al mundo quiénes somos.

¿Tienes miedo? Tú eres más grande que tu miedo y puedes decidir dar el próximo paso.

¿Tienes rabia y resentimiento? Tú eres más grande que tu rabia y resentimiento y puedes elegir perdonar y soltar.

¿Te sientes frustrado? Tú eres más grande que tu frustración y está en ti aceptar lo que es, y conectarte con lo que sí puedes hacer en este momento.

¿Te sientes abrumado? Tú eres más grande que esa sensación y puedes ejercitar tu capacidad para centrarte y enfocarte en una cosa a la vez.

No importa qué esté ocurriendo, afuera o dentro de nosotros. Podemos elegir cómo relacionarnos con eso.

Tú eres, en ese el más profundo de los sentidos, el creador de tu experiencia. Significa que todo lo que pasa, pasa dentro de ti. Por lo tanto, tú eres quien contiene lo que te ocurre. Ergo, eres más que lo que te sucede—no importa si es miedo, duda, frustración, rabia, tristeza…

Al reconocerte como creador, como pensador, como el que puede escoger ahora sin importar lo que escogiste antes, puedes vivir el poder liberador de esta verdad: tú eres más grande que lo que te ocurre.

Toda circunstancia es una oportunidad para declarar y demostrar quién quiero ser ahora

Cada instante tenemos la opción de volver a escoger: qué actitud asumir, qué decisiones tomar, qué acciones ejecutar.

Lo que ocurre, es lo que ocurre. Pero lo que nos ocurre (lo que pensamos, sentimos y hacemos ante lo que ocurre), es otra cosa. Y es esa la que realmente importa. Porque ahí, junto a la posibilidad que siempre está abierta para modificar cómo nos ocurre lo que ocurre, está nuestra principal oportunidad para liberarnos y transformarnos.

¿Quién elijo ser ante lo que me ocurre?

Esa es la pregunta que nos permite aprovechar de manera consciente la oportunidad para redefinirnos ante cada circunstancia.

¿Cómo es que decidimos quién ser ante lo que te ocurre? Es sencillo. Es una dupla: actitud y acción.

Escoge la actitud que más te sirva para sentirte mejor y para reconectarte con tu energía y poder personal.

Te doy una pista:

Escoge la actitud más valiente. Aquella que honre tu potencial y tu lugar en el Universo como creador de nuevas posibilidades.

Desde ahí, identifica la acción que más te atrae. Es decir, aquello que puedas hacer—sea tan sencillo como hablar con alguien, buscar algo en Internet, salir a dar un paseo…—que te inspire, te entusiasme o sientas que está más alineado con los valores desde los que realmente quieres vivir.

Todo en la vida es una elección. Es la que cada quien escoge. Consciente o inconscientemente, somos nosotros quienes creamos nuestra propia realidad a través de las actitudes y acciones que asumimos ante cada situación.

Date el permiso de escoger una vez más. De elegir diferente si te hace falta. De decidir por aquello que mejor expresa tu grandeza y la posibilidad de realizarla.

16.6.12

5 Meses

"Mi soledad y yo cumplimos hoy 5 meses"
Preguntate si lo que estas haciendo hoy te acerca al lugar en el que quieres estar mañana. ¿Ya has hecho esta reflexión?

11.6.12

No importa lo que pase, te prometí estar siempre y aquí estoy, aunque no me hables ni yo a ti.

4.6.12

Los Siete Egos

En la hora más silente de la noche, mientras estaba yo acostado y en duermevela, mis siete egos se sentáron en círculo a conversar en susurros, en esta manera:

Primer Ego: -Aquí en este delirante, he vivido todos estos años, y no he hecho otra cosa que renovar sus penas de día y reavivar su tristeza de noche. No puedo soportar más mi destino, y me rebelo.

Segundo Ego: -Hermano, es mejor tu destino que el mío, pues me ha tocado ser el ego alegre de este loco. Río cuando está alegre y canto sus horas de dicha, y con pies alados mimo sus más alegres pensamientos. Soy yo quien se debela contra tan cansadora existencia.

Tercer Ego: - ¿Y de mi qué decís, el ego aguijoneado por el amor, la tea llameante de salvaje pasión y fantásticos deseos? Es el ego enfermo de amor el que debe rebelarse contra este loco.

Cuarto Ego: -Yo soy el más miserable de todos, pues sólo me tocó en suerte el odio y las ansias destructivas. Yo, el ego torturado, el que nació en las negras cuevas del infierno, soy el que tiene más derecho a protestar por servir a este loco.

Quinto Ego: -No; yo soy, el ego pensante, el ego de la imaginación, el que sufre hambre y sed, el condenado a vagar sin descanso en busca de lo desconocido y de lo increado... soy yo, y no vosotros, quien tiene más derecho a rebelarse.

Sexto Ego: -Y yo, el ego que trabaja, el agobiado trabajador que con pacientes manos y mirada ansiosa va modelando los días en imágenes y va dando a los elementos sin forma contornos nuevos y eternos... Soy yo, el solitario, el que más razones tiene para rebelarse contra este inquieto loco.

Séptimo Ego: -¡Qué extraño que todos os rebeléis contra este hombre por tener a cada uno de vosotros una misión prescrita de antemano! ¡Ah! ¡Cómo quisiera ser uno de vosotros, un ego con un propósito y un destino marcado! Pero no; no tengo un propósito fijo: soy el ego que no hace nada; el que se sienta en el mudo y vacío espacio que no es espacio y en el tiempo que no es tiempo, mientras vosotros os afanáis recreándoos en la vida. Decidme, vecinos, ¿quién debe rebelarse: vosotros o yo?

Al terminar de hablar el Séptimo Ego, los otros seis lo miraron con lástima, pero no dijeron nada más; y al hacerse la noche más profunda, uno tras otro se fueron a dormir, llenos de una nueva y feliz resignación.

Sólo el Séptimo Ego permaneció despierto, mirando y atisbando a la Nada, que está detrás de todas las cosas.

Gibran Khalil Gibran